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«Si no conseguimos aislamiento acústico, no se habrá logrado el confort»

Knauf, empresa especializada en la fabricación de placas de yeso laminado y productos para la construcción en seco, entrevista a Ángela García de Paredes, arquitecta y fundadora del estudio de arquitectura Paredes Pedrosa. Entre sus obras destacan la Villa Romana La Olmeda, las Bibliotecas de Ceuta y Córdoba, el Palacio de Congresos de Peñíscola, el Museo de Almería o el Teatro Valle Inclán de Madrid.

Knauf reflexiona con ella sobre un reto constante en su larga trayectoria: la búsqueda de mejores condiciones acústicas, algo que también deben de tener en cuenta los hoteles.

—Cuando hablamos de confort acústico en un edificio, ¿nos estamos refiriendo a un concepto unívoco o, dados los componentes subjetivos en la percepción del sonido, existirían diversos “conforts acústicos”?

—Todas las cuestiones relacionadas con la arquitectura están orientadas a resolver las necesidades de las personas que van a utilizar un edificio. No tiene las mismas necesidades una vivienda que un auditorio. Desde este punto de vista, se puede afirmar que existen diferentes conforts acústicos según la tipología de edificación.

—Más allá de estas diferencias ¿qué debemos entender por confort acústico? ¿Es objetivable?

—Yo lo definiría como el encuentro entre las necesidades previas del usuario y su resolución final para un proyecto concreto, que es cuando el usuario podrá comprobar si esas necesidades se han satisfecho. Si así ha sido, entonces se puede hablar de confort acústico.

—Para concretar: ¿qué necesidad tendría una vivienda o un hotel de confort acústico?

—Pues necesitaría un aislamiento respecto a los vecinos o a las habitaciones que están pared con pared y respecto al ruido del exterior. Si no se consiguen unos determinados parámetros de aislamiento, que están establecidos, no se habrá logrado el confort acústico objetivamente hablando. Lo mismo ocurre en una sala de conciertos o de congresos. No se logrará ese confort si todos los asistentes, estén donde estén en la sala, no llegan a escuchar con la misma nitidez y calidad.

—Es importante poder apreciar bien la música en un auditorio, pero no lo es menos entender con claridad los mensajes en una estación o aeropuerto. ¿Por qué a veces todavía nos encontramos con carencias en este sentido?

—Cuando esto ocurre es que, o bien no se ha construido correctamente, o bien no se han estudiado previamente las condiciones acústicas con la profundidad debida. Cuestiones que para los profanos parecen “misteriosas”, o que algunos incluso atribuyen a la suerte, como el buen sonido de la música o la claridad de unos mensajes, son de hecho perfectamente abordables con el conocimiento técnico. Estamos hablando de aspectos analizables y cuantificables. En definitiva, no hay “misterios”.

En el caso de una estación o aeropuerto entramos, en parte, en un terreno que ya no es el de la acústica natural, sino el de la reproducción del sonido a través de la megafonía. Aquí los equipos tienen que estar bien calibrados y ubicados de forma precisa en el espacio. De otra parte, el espacio –y esto ya es una cuestión arquitectónica– debe facilitar una buena transmisión del sonido.

La arquitectura, que es una profesión maravillosa, tiene que tratar con muchos temas diversos y por este motivo no se debe olvidar su carácter politécnico. Debemos conocer distintas cuestiones que están implícitas en nuestro trabajo, incluida la acústica y, para retos de cierta dimensión como una estación o un aeropuerto, debemos incorporar a nuestros equipos a los profesionales que nos ayuden a dar con las soluciones óptimas.

Peñiscola ©Casals
(Palau de Congresos de Peñíscola. Foto Lluís Casals©)

—¿Usted cree que los arquitectos de hoy conocen bien la acústica y la tienen en cuenta?

—Desde que se introdujo el Código Técnico de la Edificación es una cuestión que está muy presente en la arquitectura. Es cierto que antiguamente en las viviendas ni se consideraba, mientras que ahora todos los elementos edificatorios tienen que cumplir con unas condiciones acústicas determinadas.

—Un aspecto acústico clave es la absorción del sonido…

—La absorción es fundamental en espacios de cierta dimensión donde se reúnen muchas personas y se necesita un cierto nivel de silencio. En el caso de las salas de conciertos, por ejemplo, tan importante es impedir que entren sonidos del exterior como garantizar la reflexión de la música dentro de la caja del auditorio y conseguir que determinados sonidos que se puedan producir en su interior sean absorbidos. Todos conocemos los ejemplos típicos de sonidos intrusivos como los murmullos, tos, o los pasos de un calzado ruidoso.

—Si esta cuestión no se ha considerado suficientemente en el proyecto y en la construcción y no se ha implementado correctamente, ¿es muy difícil arreglarlo a posteriori?

—Depende de cada caso. Hay un factor que no he mencionado y que es importante: el volumen de aire del espacio interior. Se ha estimado que, para que suene bien, un auditorio necesita entre 7m3 y 10m3 por persona. Si este requisito se cumple, revistiendo las paredes con paneles absorbentes perforados se logrará que ese auditorio sea menos reverberante. Al revés, si la sala es muy “sorda” porque el sonido se absorbe demasiado, poniendo paneles muy reflectantes en paredes y techo se escuchará todo mucho mejor. Pero, si el auditorio se ha construido con menos o con más volumen de aire por persona de los requeridos, por más que se pongan los mejores materiales, el sonido no va a mejorar sustancialmente.

UPI de Gandía. Foto Roland Halbe©
UPI de Gandía. Foto Roland Halbe©

—¿Qué hay que tener en cuenta para un buen aislamiento acústico?

—En el aislamiento, además de utilizar los materiales adecuados para ello, hay que observar que no haya puentes acústicos que permitan el paso del sonido indeseado. El material aislante debe estar perfectamente colocado y sellado en paredes, techos y suelos. Las carpinterías y las ventanas también deben cerrar herméticamente.

Pero como ocurre en el caso de la absorción, también aquí hay situaciones que no se pueden subsanar. Por ejemplo, si un edificio público o un hotel tiene debajo un aparcamiento y la cimentación del aparcamiento es la misma que la del edificio, entonces a través de la estructura de los pilares se transmitirán vibraciones procedentes de los automóviles repercutiendo a todo el inmueble. Por este motivo es recomendable que un edificio silencioso no tenga debajo un aparcamiento y, si no hay más remedio que construirlo, es conveniente que el edificio tenga cimentaciones independientes.

—¿El mercado ofrece hoy todos los materiales que la arquitectura necesita para conseguir el confort acústico?

—El campo de los materiales de construcción en relación con la acústica está en constante experimentación y mejora día a día. Hoy en el mercado se encuentran infinidad de materiales en relación con la acústica que hace 20 años eran inimaginables como producto industrial, como los paneles perforados de Knauf que ahora estamos empleando en la Biblioteca Pública de Córdoba con muy buen resultado.

Este tipo de soluciones -en este caso para absorber sonido- se tenían que fabricar antes ex profeso siguiendo el criterio de personas que sabían de acústica. Hay que tener en cuenta que en los años 50 y 60 ya había tratados muy solventes sobre esta temática. Creo que se ha avanzado mucho en este campo y las industrias de los materiales de construcción han sido capaces de producir materiales que los arquitectos podemos utilizar directamente y además se fabrican con distintos acabados.

Las cualidades son un aspecto destacable de los materiales, pero hay otros aspectos que considerar, sobre todo cuando se trata de edificios públicos. Sabemos que el corcho, la lana, el terciopelo o las telas tienen propiedades absorbentes del sonido, por tanto, si tenemos una biblioteca podríamos pensar en poner una moqueta o alfombra en el suelo realizaría también esta función. Sin embargo, ocurre que los suelos, pensando sobre todo en edificios públicos, deben ser fácilmente limpiables y ahora más que nunca desinfectables. De modo que las cualidades de los materiales deben ponerse en la balanza junto a otras cuestiones de tipo funcional.

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