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¿Disfrutamos de las vacaciones? El exceso de planificación turística genera estrés

En un mundo donde la rapidez y la inmediatez predominan, el turismo no se queda atrás. Esperar veinte minutos para tomar una fotografía de la Gioconda en el Museo del Louvre y luego publicarla en redes sociales se ha convertido en una actividad común para muchos turistas. Lo mismo sucede con la Torre Eiffel, donde las esperas pueden extenderse por horas, y terminar el día en un crucero por el río Sena es una hazaña que requiere sortear largas colas. Este ritmo frenético de turismo, lleno de actividades y experiencias sin pausa, está transformando las vacaciones en una fuente de estrés adicional.

«Aunque no se puede generalizar, siempre ha habido cierto ánimo exhibicionista en la práctica del turismo y los viajes. Los álbumes de fotos de los viajes y en especial los de los novios tenían ese propósito», asegura Pablo Díaz, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experto en turismo. «Sin embargo, actualmente la tecnología y las redes sociales han multiplicado este efecto, y hay ciertos grupos de turistas que pueden sentir esta obligación de hacer cosas, viajar y darlas a conocer», añade el experto. Aunque este fenómeno aún no se ha bautizado, según Díaz, estaría relacionado con el FOMO (fear of missing out, en inglés) o, lo que es lo mismo, el «temor a perderse algo», o con el FOEN (fear of exhibiting nothing), el «miedo a no exhibir nada».

La demanda por un turismo intensivo o turismo frenético y lleno de experiencias está siendo alimentada por la oferta del sector, que se orienta a promocionar estas actividades en las redes sociales. Esto crea un ciclo donde la imagen en las redes sociales se convierte en una preocupación primordial tanto para los turistas como para los emprendedores del sector.

Tenerlo todo bajo control, genera más estrés

Sin embargo, este ritmo no viene sin consecuencias. «No desconectamos porque vivimos en un bucle de querer tenerlo todo controlado, también la planificación de las vacaciones, pero paradójicamente cuando más controlado lo tenemos, más estrés genera», asegura Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Además, la presión social por demostrar nuestras actividades vacacionales aumenta esta tensión, limitando nuestra capacidad para disfrutar del proceso y la improvisación.

«Lo que tendríamos que hacer durante las vacaciones es levantarnos y decidir si nos apetece hacer algo ese día y, en caso afirmativo, decidir en ese momento qué nos gustaría ver o qué actividad hacer«, apunta Pérez. Se ha llegado al punto, añade la experta, reflexionando sobre el tema y cómo afecta a la sociedad, de que, si optamos por el descanso, nos sentimos mal, y si nosotros no tenemos este sentimiento, nos lo hacen tener los demás con preguntas como: «¿Y dices que no has hecho nada estas vacaciones?».

Este estilo de turismo, que antaño se asociaba principalmente con visitantes asiáticos, hoy se extiende a todos los públicos, con una notable incidencia entre los milenials. Frente a este escenario, surge un nicho por la negación de este frenesí, buscando opciones más tranquilas y desconectadas. No obstante, desconectar de verdad requiere tiempo, y es vital planificar tanto las actividades que realmente nos emocionan como el regreso a la rutina, para evitar el estrés post-vacacional.

La psicóloga aconseja que antes de unas vacaciones, sean cortas o largas, solo se planifique lo que realmente haga mucha ilusión visitar. «Para el resto, aconsejaría autoobligarse a improvisar y gozar de esta improvisación». Lo que sí es importante, añade, es planificar la vuelta para que no sea de hoy para mañana y, en caso de que se sea así, asumir que se pasarán dos o tres días «malos».

En conclusión, mientras que el turismo frenético gana adeptos, también crece la conciencia sobre la necesidad de unas vacaciones más relajadas y significativas, alejadas del constante bombardeo de las redes sociales y la necesidad de demostrar a los demás nuestros logros vacacionales.

Imágenes cedidas: Mika Baumeister en Unsplash

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