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Casi 2,5 millones de visitantes obtuvo el enoturismo en el año 2022 en España, una cifra que supone un 58% más que en el 2021 y, además, una recuperación del 80% de los turistas tras el parón del sector provocado por la pandemia, según la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin).
Un tipo de turismo cultural que ha ido aumentando en gran medida a las ganas de los turistas de realizar experiencias en su tiempo libre, de pasarlo bien.
Recientemente, la empresa Bounce analizó factores como el consumo y la producción de vino, el número de viñedos y visitas enológicas, y el coste medio de una botella de vino para revelar así los mejores lugares para el enoturismo. En este estudio se puede comprobar que España es el cuarto mejor lugar del mundo para los amantes del enoturismo.
Un turismo que en 2022 dejó un impacto económico en España de 75.481.646 euros, superando en un 39,04% los ingresos registrados en 2021 y situándose a poco más del 12% de alcanzar las cifras de 2019. Unas cifras propocionadas por Acevin y que solo atañe a bodegas y museos, «los dos establecimientos a los que se puede imputar de manera objetiva una visita motivada netamente por interés enoturístico». Por lo que el impacto total sería mucho mayor si sumamos los alojamientos, restaurantes, etc.
Cuando pensamos en rutas de vino es imposible no pensar en La Rioja y es que es una de las comunidades autónomas que más se benefician de este tipo de turismo y una de las grandes referentes. Según Ana Cano, gerente de Acevin y Rutas del Vino de España, «La Rioja ha sido, desde que contamos con informes referidos a la oferta enoturística, una de los rutas más visitadas de las que conformar el Club de Producto RVE; en el último informe la Ruta del vino de Rioja Alta fue la segunda ruta más visitadas tras la Ruta del Vino y el Brandy Marco de Jerez, colocándose siempre en los primeros puestos que conformar en ranking de territorios más visitados».
Se puede comprobar la importancia del enoturismo en el impacto económico que deja en La Rioja, donde se alcanzan los más de 155 millones de euros en 2022, frente a los 103,7 de 2021 y los 173 millones de euros que los enoturistas dejaron en esta región antes de la pandemia, según los datos publicados en mayo de 2022 por el Monitor de Enoturismo de la DOCa Rioja. Esto supone un aumento de 51,8 millones de euros en la economía territorial respecto a 2021.
Los inicios del enoturismo antes del boom
Actualmente, este tipo de rutas son experiencias que están a la orden del día, algo que parece hasta lógico que existan. Sin embargo, hace 20 años no era todo tan fácil ni como lo conocemos actualmente, ya que entonces las bodegas no permitían visitas.
Carlos López es el director del Hotel Gran Vía de Logroño, cuyo objetivo siempre ha sido impulsar el enoturismo en la capital riojana ofreciendo paquetes de experiencias a los turistas que se alojaban en su establecimiento: noche + visita a bodega, pero sin incluir el transporte, ya que ofrecer algo tan cerrado solo lo podían hacer las agencias de viajes.
«Hace 20 años, cuando tú llamabas desde un hotel a una bodega, prácticamente ninguna te permitía la visita, ninguna te decía que encantado de recibir clientes y la que alguna vez te decía que sí, lo primero que te pedía era un análisis del cliente: quién es, con quién viene…», explica López al respecto.
Desde que las bodegas abrieron al público, el enoturismo no ha dejado de crecer, lo que también ha supuesto que otros aspectos turísticos hayan disminuido un poco, como son las visitas a monumentos o museos. Bien lo sabe Carlos López, a quien antes le preguntaban dónde estaban las huellas de los dinosaurios o por el Monasterio de Santa María La Real de Nájera, entre otros. Ahora prefieren un turismo más divertido. «Es una pena porque no les atrae tanto la naturaleza, ni por ver cosas que yo creo que todavía tienen valor en todas las comunidades autónomas de España. Al final la gente lo que quiere es divertirse y eso pasa por visitar una bodega, ir a restaurantes…«
Las estancias de los enoturistas
Según el último estudio de Acevin (2021), los enoturistas se solían hospedar en alojamientos rurales (21,29%), si bien en 2022 los hoteles de cuatro estrellas fueron la opción preferida para alojarse con un 21,72%.
«Nosotros no tenemos más que agradecimiento a las bodegas, porque nos aportan una serie de turismo que sin esas visitas, a lo mejor no vendrían», asegura el director del Hotel Gran Vía de Logroño.
Una de las características principales del enoturismo es que no existe estacionalidad. El enoturismo en las Rutas del Vino de España es un producto turístico de calidad del que se puede disfrutar a lo largo de todo el año, aunque, según se plasma en los informes de visitas a bodegas y museos del vino, octubre suele ser el mes que registra un mayor número de visitas, coincidiendo con la época de vendimia. Agosto ocupa el segundo lugar como uno de los meses más visitados.
Por otro lado, tanto Ana de la Fuente Salinas, responsable de comunicación en Bodegas Altanza como Carlos López coinciden en que la buena temporada para el enoturismo y el turismo de interior empieza con la Semana Santa, es decir, a partir de marzo y abril.
Y, ¿está el personal del hotel formado para aconsejar y guiar a los turistas que llegan en busca de experiencias de enoturismo? «Prácticamente el 90% de los turistas llegan al destino con su viaje organizado previamente; el que te pregunta acerca de alguna bodega o lugar al que ir es porque ha llegado al destino de manera improvisada, pero es una parte muy pequeña», asegura López.
«Sin duda la mejor manera de atraer al turista por parte de los alojamientos es adaptando sus servicios a la oferta enoturística del territorio«, explica Ana Cano quien además añade que los alojamientos socios de Rutas del Vino suelen contar con servicios como con “wine bar” en sus instalaciones, ofrecen tratamientos de relax y salud basados en el vino, por lo que acabarían convirtiéndose en «los puntos de partida de muchas de las actividades que forman parte de la experiencia enoturística».
La organización de los viajes
Concretamente, según Acevin, los enoturistas organizan su viaje de la siguiente manera: el 54,01% reserva su escapada de forma online, el 23,94% por vía telefónica y el 18,10% llega sin ningún tipo de reserva.
«El mundo del vino es muy complejo porque al final el paladar de cada uno es un mundo», asegura López, por eso en el Hotel Gran Vía de Logroño cuentan con un catálogo actualizado de todas las bodegas de la ciudad para que el cliente decida a la que le viene mejor ir.
«Dependiendo de si tienen coche o no y del tiempo que tengan para visitar la bodega sí se le puede guiar desde el punto personal de cada uno, pero si no conozco algo le digo con sinceridad que no sé al respecto porque me parece un atrevimiento«, explica Carlos López.
Por supuesto, hoteles como el de Carlos impulsan los vinos locales en su bar y restaurante para que los clientes degusten la propia denominación de origen y así poder ofrecer una experiencia completa en el propio establecimiento.
Así es el perfil de los enoturistas
Los viajes en pareja siguen siendo los predominantes (48,76%), seguidos de los viajes en grupo de amigos (32,85%). Las familias con niños representan casi el doble que las familias sin niños, de lo que el informe deduce que sería razonable considerar el enoturismo como una alternativa vacacional familiar.
Respecto a los viajes con niños, desde Bodegas Altanza comenta Ana que cuando van niños hacen talleres para ellos, de esta manera los más pequeños están entretenidos y los padres pueden estar tranquilos disfrutando de la visita. Además, cuentan con un gran jardín donde pueden estar jugando.
En general, el tamaño medio del grupo se sitúa en 5,32 personas, habiendo aumentado en casi dos puntos respecto al informe precedente.
«Es curioso ver cómo la gente de entre 60 y 80 años, todavía con buenas facultades de salud, hacen sus visitas, se van a la calle a tomar sus vinos, etc.», comenta Carlos López sobre los turistas que recibe en su hotel en busca del enoturismo.
Los turistas españoles son los que más realizan este tipo de visitas. «El turismo extranjero es nuestro punto débil», lamenta el director del Hotel Gran Vía de Logroño, quien además asegura que las personas que vienen desde fuera están relacionadas con viajes de trabajo agroalimentario, es decir, proveedores, distribuidores, clientes, etc. Unos trabajadores que luego podrán volver con amigos o familiares tras haber visto cómo es el enoturismo y las ciudades que visitan. «No dejan de ser prescriptores de nuestro destino cuando se marchan a casa».
Las experiencias en el enoturismo
Son diferentes las experiencias que se ofrecen a los turistas según el destino, las bodegas, las agencias, etc. Por ejemplo, desde Bodegas Altanza apuestan por una visita sensorial donde el gusto se activa con la cata de vinos; el olfato con cada rincón de la bodega, las barricas y los viñedos y la vista al conocer cómo se hace el vino. Y al terminar la visita se les ofrece una experiencia gastronómica con jamón, queso… Al final cada bodega tiene su pack y los clientes escogen el que más se ajuste a sus posibilidades.
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