…hay que leer la letra pequeña. Es indudable que sus millonarias inversiones en marketing, para las que se sirven de canales generalistas, incluyen propuestas de alojamientos peculiares, de experiencias únicas, que, cuando menos, promueven las ganas de viajar e incitan a visitar sus plataformas para reservar. Dicho de otro modo, generan demanda. Asimismo, el amplio abanico de opciones que ofrece constituye también un efecto llamada.
Millones de viajeros acuden a ellas seducidos, entre otros factores, por su versatilidad y facilidad de uso, la posibilidad de consultar las opiniones de otros viajeros y las promociones o descuentos que, muy a nuestro pesar, a menudo representan la alternativa online más económica. La duda que queda siempre en el aire es si realmente fomentan los viajes o, por lo contrario, atraen a usuarios que ya tenían decidido viajar.
A priori, la demanda la generan los destinos y sus redes comerciales, dentro de las que el peso de la turoperación, por ejemplo, es enorme. Pero es innegable que el interés comercial de las OTA y sus esfuerzos de comunicación, contribuyen a ello. Por tanto, como comenzábamos diciendo, las OTA son un canal importante para generar demanda (y, sobre todo, para canalizarla). También es conocido su potencial para incrementar la visibilidad de los alojamientos, y para redirigir tráfico a sus páginas web oficiales (efecto billboard).
Cuestión diferente es quién termina beneficiándose de este rol que desempeñan, tomando en consideración las elevadas comisiones que cobran, sus seductores programas de fidelización y la excesiva dependencia de determinados hoteles, incluso destinos. Las OTA no son el enemigo. Más bien, juegan el papel de aliados estratégicos, siempre y cuando el hotelero tenga claro qué espera obtener de cada una y cuide las condiciones que les concede. Diversifica y vencerás.