Mi madre se ha comprado una Thermomix. Lo cierto es que se la ha regalado mi padre, quien siempre pensó que le gustaría y le sacaría partido, pero yo pensé que se convertiría en un aparato más que solo hace que ocupar espacio, como pasó con la de mi tía, y que nunca se usa, pero me equivoqué. Lo primero que dijo mi madre fue eso de para qué le había comprado nada, que ella no necesitaba eso y era muy caro, pero ahora se ha convertido en una empresa de catering en potencia, muy a pesar nuestro; lo de pesar es visible y no un lamento.
Así como mi tía con la suya se quedó en un par de funciones básicas, un par de cremitas de verduras y una espuma de limón de postre, y nunca le sacó el rendimiento que se podía, mi madre se puso a averiguar, a probar, a preguntar, a equivocarse, a mejorar, a tocar, a hacer tutoriales… a sacar el máximo partido a esa herramienta que tanto dinero le había costado en un principio y tan imprescindible se ha convertido ahora en su día a día, que hasta la usa solo para pesar y se la recomienda a todas sus amigas.
Y es que la tecnología no es magia, aunque a veces lo pensemos. Es importante identificar las necesidades reales que tenemos, los recursos económicos y humanos de los que disponemos y el uso que realmente vamos a darle a las herramientas con las que decidamos trabajar. Que se convierta o no en imprescindible depende, en gran medida, del acierto de este análisis previo.
Herramientas que faciliten las necesidades reales de la distribución hotelera
La complejidad actual en la distribución hotelera ha hecho que tengamos en el mercado infinidad de herramientas, propuestas, planes y opciones que supuestamente hacen más fácil nuestra gestión, si bien pocos tienen esa sensación de facilidad. Bien porque la toma de decisión está en manos de una persona que luego ni siquiera trabaja con la herramienta, bien porque la herramienta no se adapta a nuestras necesidades reales, bien por la incompatibilidad con otras herramientas o bien, simplemente, por la falta de tiempo o recursos humanos. En resumen, a muchos les acaba pasando como a mi tía.
Otros, en cambio, están en búsqueda constante de novedades y mejoras que hagan su gestión más proactiva, eficaz y rentable. Adaptan las herramientas a su entorno laboral y reconsideran sus hábitos de trabajo para una mejor organización y productividad, pero valorando en todo momento la mejor opción para cubrir sus necesidades y no necesariamente la mejor opción en el mercado. Se parecen a mi madre.
Y es que de qué sirve tener comparadores que comparan, sin tiempo para analizar resultados y planificar; distribuidores que distribuyen y que solo utilizamos para realizar paros de ventas cuando nos pilla el toro o cambiar un euro por aquí y otro por allá cuando tenemos mucha disponibilidad y presumir que hacemos yield, cuando lo único que se hace realmente es perder y hacer perder el tiempo; motores de reservas que venden tu establecimiento pero que resultan estar menos actualizados que algunos de los portales con los que trabajamos, programas de gestión de hotel que permiten infinidad de utilidades e incluso pijadas y que luego, a manos del pobre de prácticas que se come lo que nadie quiere, dan como resultado que la nacionalidad que más ha visitado tu hotel es Afganistán, la primera de la lista al rellenar el cardex.
La tecnología debe ser un factor más a valorar para el buen funcionamiento diario, un aliado para mejorar los resultados, pero un factor que requiere de otros muchos factores y la buena comunión entre todos es la clave para la mejora continua.
La oferta tecnológica actual en el mercado es excelente y cubre gran parte de las necesidades independientemente del tipo de establecimiento que se gestione, hasta el punto que la gestión se convierte cada vez más en supervisión de que todo funciona correctamente que en ejecutores, sin que esto necesariamente conlleve una pérdida del factor humano.
Por este motivo consideramos que el esfuerzo diario por mejorar resultados requiere de herramientas que faciliten el día a día; la tecnología no debe ser un dolor más de cabeza, sino una herramienta que facilite la gestión, sin fórmulas mágicas, pero con esfuerzo, que será el que reporte recompensas.
Que mi madre hubiese continuado cocinando estupendamente, porque siempre lo ha hecho. Que la inversión en una Thermomix no era necesaria. Que lo que a mi madre le ha ido bien, no le tiene por qué ir bien a mi tía. Ahora bien, cuando uno sabe sacarle el máximo rendimiento a una herramienta y aprende su buen funcionamiento y está bien asesorado, es cuando el resultado es excelente, cuando lo que en un principio parecía caro se convierte en una ganga, cuando la mejora es evidente, en definitiva, cuando la decisión y la adaptación han sido correctas.
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