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El sector turístico se prepara para un verano excepcional en cuanto a ocupación y precios. Esto nos lleva a preguntarnos si estamos preparados para asumir esta recuperación.
No es la primera vez que me planteo esta duda. En 2018, previamente a la pandemia que tanto ha afectado a la industria hotelera, ya lanzaba la pregunta. Cuestionaba si estábamos preparados en España para recibir a 150 millones de turistas internacionales.
La respuesta es tan sencilla como preocupante: obviamente no. Es más, no solo no estamos preparados para lo que planteaba en 2018. Si no que hoy no estamos preparados ni siquiera para recibir los mismos flujos que se produjeron en 2019.
La recuperación, a juicio
Estos dos años de pandemia han sido muy crueles para la industria turística en general. Han dejado inermes a numerosas empresas que no han podido o no han tenido liquidez suficiente para afrontar las modificaciones que este presente requiere. Esto tiene como consecuencia que no estemos del todo preparados para dar respuesta a esta formidable demanda. Ni en el plano de la digitalización, ni en el plano de la sostenibilidad. Ni, con frecuencia, en el ámbito localista, microempresarial y atomizado de la economía turística española.
En gran parte, la falta de liquidez acusa el retraso en su tramitación sufrido por los fondos NextGeneration, aprobados en Bruselas para acudir en ayuda de todos los sectores damnificados por la pandemia. El sector turístico, motor de la economía española, prácticamente no los ha recibido aún. Entre tanto, la preparación para dar la respuesta a la demanda queda en manos exclusivas (hoy bastante indefensas) de las empresas. Y en su capacidad de gestionar una mayor digitalización, de crear mejores condiciones laborales y de trabajar por la sostenibilidad económica, social y medioambiental de toda la cadena de valor turística.
Pero, claro, esto exige estar preparado para afrontar las grandes inversiones que todo esto conlleva. El comentado retraso de la administración pública española en gestionar estos fondos evidentemente no ha contribuido en nada a poder dar respuesta a la demanda turística creciente.
Problemas en un futuro próximo
Todo esto nos lleva a pensar que este verano se producirán problemas. Habrá quejas y habrá colapsos en aeropuertos. También destinos turísticos que solo el talento personal y la vocación de numerosos profesionales de esta industria podrán suplir con más voluntad que recursos. No, no estaremos del todo capacitados para la recuperación. Ni para absorber toda la demanda. Encima las plantillas no van a poderse cubrir del todo.
La industria turística tiene que tomar conciencia de ello. Pero también tiene que tomar conciencia el país entero, empezando por sus administradores. Autoridades turísticas, empresas y trabajadores nos debemos preparar muy en serio para encarar este desafío. Debemos empezar a prepararnos en todos los ámbitos, empresarial, financiero, administrativo y en el ámbito laboral. Para así poder dar respuesta a una demanda que, sin duda, será creciente y compleja en los años venideros.
Estamos viviendo el efecto champán que probablemente se diluya este otoño. Y sea el preámbulo de dos o tres años débiles en turismo, con flujos más reducidos desde nuestro hinterland europeo. A su vez, con niveles de inflación preocupantes que nos pueden conducir a una nueva recesión, cuando no a un lacerante periodo de estanflación. Ya sabemos, alta inflación con crecimiento cero.
Esta década de acelerada transformación digital será crítica en todo el mundo para alcanzar el nivel óptimo de bienestar y hospitalidad que nos exigirá la segunda mitad de la década.
La urgencia del talento
Como adelantaba en párrafos anteriores, también nos encontramos con el problema de no poder cubrir las necesidades de plantilla. No las que el sector va a demandar y está ya demandando. Van a quedar numerosas vacantes por cubrir en estos meses de temporada alta turística. Especialmente, aquellas que se corresponden con empleos más precarios o de menos valor.
El efecto de la denominada «Gran Dimisión» que está sacudiendo a Estados Unidos y a otros países de nuestro entorno, también alcanza a nuestro país. Muchos de estos empleados han optado por hinchar las cifras del paro. O cambiarse a sectores sin estacionalidad y donde los horarios de trabajo permiten una mejor conciliación familiar.
La solución a este problema que afecta a la recuperación no tiene por qué traducirse en mejores salarios, sino en mayor eficiencia productiva. También en una paulatina automatización (robotización) de todo lo que signifique empleo precario. Esto no es necesariamente alarmante, ya que la automatización ha sustituido empleos precarios desde que existe el mundo. Sin embargo, esta realidad ha pillado a la industria turística sin los deberes hechos. Y nos queda mucho que trabajar en este sentido.
El caso de Alianza Hotelera
En el seno de la Alianza Hotelera estamos hoy redefiniendo perfiles profesionales. También empezando a desarrollar un programa de automatización de procesos internos que afecta especialmente a aquellos de escaso valor relativo. Es decir, tareas en el ámbito de la hospitalidad y la experiencia hotelera que pueden ser perfectamente sustituibles sin requerir una fuerza laboral especializada. De esta forma, debidamente reciclada y elevada en su categoría profesional, una fuerza laboral más cualificada podrá ejercer con mayor rigor y altura de miras, crecientes percepciones salariales y en las mejores condiciones de empleabilidad.
Las 16 cadenas hoteleras que conforman hoy esta Alianza* acreditan una previsión de reservas de entre el 80% y el 100% durante los próximos tres meses de verano. Con gran parte de las reservas ya aseguradas. Y, en algunos lugares, como Barcelona, con precios medios superiores en 50% a los mejores datos históricos que han tenido. Beneficios que, no obstante, serán absorbidos por un alza desmedida de los costes, especialmente en los suministros energéticos, y la inflación generalizada en los límites de los dos dígitos.
A fin de responder a las necesidades de un mercado cada día más exigente, mejor informado y en proceso de recuperación, la Alianza ha puesto en marcha preparado un plan piloto para contratar a 229 trabajadores. Estos tendrán perfiles bien identificados y con distintos grados de cualificación en algunos países latinoamericanos, de manera inmediata y con contratos indefinidos, conforme a las mayores exigencias jurídicas en origen y en destino. Evitaremos los inconvenientes del empleo estacional mediante rotaciones programadas. Estas se producirán entre los 168 hoteles que conforman la agrupación en función de la demanda y a lo largo de todo el ejercicio.
La recuperación turística es posible
Con estas medidas estamos convencidos de poder superar los retos que nos presenta esta temporada estival. Un paso previo a una profunda reflexión que llevaremos a cabo durante todo el año. El fin es devolver a los trabajadores de la industria hotelera el glamour que tuvo en otros tiempos y que se perdió por no haber automatizado a tiempo unas tareas que el desarrollo económico y social del país hizo menos valiosas en favor de un mayor bienestar y poder adquisitivo que solo garantizan las sociedades del conocimiento.
*Las cadenas que conforman Alianza Hotelera son: Alma Hoteles, B Bou Hoteles, BlueBay Hoteles, Castilla Termal, Cetina Hotels, Coolrooms Hotels, Fontecruz Hoteles, Grupo Pulitzer, Hidden Away Hotels, One Shot Hotels, Room Mate Hotels, Room007 Hotels & Hostels, Singular’s Hotels, Somos Hoteles, Único Hotels y VP Hoteles.
Imágenes cedidas: Aleks Marinkovic en Unsplash, Johnny Chau en Unsplash, Jo San Diego en Unsplash