Últimamente debo de reconocer que el gusanillo de Instagram ha vuelto a mí, tanto por temas laborales como por interés personal. Instagram mola muchísimo y tiene un potencial enorme de incidencia en el proceso de inspiración del turista. Simplemente con realizar una búsqueda de cualquier lugar del mundo nos podemos trasladar a pie de calle y descubrir lugares asombrosos que por nuestros propios medios resultaría complicado.
Con números del 2013, Instagram tiene 150 millones de usuarios activos a tiempo completo, generando contenido por todos los rincones insospechados del planeta y sin cobrar un duro. Una herramienta fantástica para inmortalizar realidades y servir de repositorio fotográfico mundial en tiempo real. El movimiento es perfecto y con la tontada de los filtros, todos estamos sacando nuestro fotógrafo interior. Y digo bien fotógrafo, no en mayúsculas, pero apoyados por la RAE : “Persona que hace fotografías”. Venga vale, no vamos a quitarle el curro a nadie, pero no me digáis que no mola hacer algunas fotos y sentirnos fotógrafos por momentos.
La mayoría de los destinos que me encuentro en Instagram caen en el mismo error, estamos cansados de chic@s de calendario y de lugares idílicos, sabemos que la realidad es otra. Queda claro que a nadie le amarga un dulce y una panorámica espectacular siempre es bien recibida, pero ni somos perfectos ni todos nuestros perfiles son buenos.
¿Qué es lo que tenemos que hacer entonces para que nuestro Instagram mole de verdad?
Debemos ser conscientes de que la calidad de nuestras imágenes es directamente proporcional a la calidad de las imágenes de los instagrammers de la comunidad. Ahora bien, ten en cuenta que se valoran cosas como:
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Fotografía a pie de calle. Una de las virtudes de Instagram es la espontaneidad y el dinamismo que tienen las fotos obtenidas con el dispositivo móvil. Por lo tanto, debemos seguir con la filosofía de la red social y generamdo contenido lo más cercano posible a la realidad.
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La naturalidad del momento. Soy de los que piensan que el contenido debe de estar lo menos retocado posible y fiel a lo que podemos encontrar. Si somos un destino y generamos nuestro propio contenido debemos ajustar nuestros contenidos lo más posible a la realidad.
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Concepto por encima de la foto. No siempre la foto más estupenda y genial es la foto que mejor ha utilizado las posibilidades de la cámara y del entorno, sino la que mejor mensaje implícito lleva.
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Tu comunidad marca la tendencia. Monitoriza tu comunidad tanto por tus seguidores, como por términos clave y la línea que ellos pueden estar aportando. Al final la imagen del destino es una mezcla de comunidad y perfil oficial de destino.
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Mezcla estética y humanización. Soy de los que piensan que el destino, es un equilibrio del contexto y de los seres humanos que conviven en un determinado lugar. Es muy interesante plasmar esta parte y no parecer un repositorio de postales. Me interesa tanto una foto espléndida del Skyline como de una abuela graciosa tomando el fresco.
A partir de estos conceptos, de buenos contenidos propios y de acciones que incentiven la generación de contenidos locales, podemos conformar un destino con una imagen fuerte en Instagram. No vamos a notar un gran impacto en los visitantes, pero conseguiremos hacer un hueco en la mente de todo aquel que quiera materializar lugares y momentos especiales.
¿Ves complicado implantar estos conceptos en tu Instagram? ¿Qué acciones propondrías?
Imagen Playa vía Shutterstock.
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Andrés Romero,
Técnico especializado en Marketing Turístico
Project Manager en El Santo Comunicación
Ceo de Asiri.es
Blogger en andresturiweb.com
Imágenes cedidas: Shutterstock
